6/11/14

no eres tan hermoso
como para colmar de antiguas odas
los párpados cansados de una virgen,
tampoco pareces poseer el amor de las computadoras
que generan el movimiento último
del mundo.
tu devoción por ejércitos de lápices
no te procura un himno,
y andas rodeado de elementos quiméricos que parlotean
con las entrañas y la voz de los desconocidos.
¿qué hago yo con esto,
si el canto de las primaveras y el crepitar augusto de las naranjas
no son para ti un templo reconstruido?
¿qué dirán los otros
de este amor que no está cimentado
en sus siglos contabilizados de tedio y amargura?
¿lo apago?
no.
lo hago renacer
con la intensidad límpida de los relojes que siguen marcando la hora
en los cajones olvidados de las casas.
lo hago germinar como una palabra desnuda en la boca de un gigante.
le pongo nombre
y lo llamo

tú-nosotros-madrugada. 

1 comentario:

José A. García dijo...

La madrugada siempre es el mejor momento del día para ciertas cosas...

Saludos

J.