5/9/11

Llevaba el pelo recogido torpemente en una coleta que no impedía que muchos mechones le cayesen sobre la cara, quizá por eso había optado por sostenerlos con una fina diadema rosa que nunca usaba cuando esperaba encontrarse con alguien. Siempre que se ponía a trabajar en algo necesitaba tener la cara despejada. Estaba inmersa entre sus papeles, con su peor camiseta, las piernas desnudas y el ceño fruncido. En su perfil percibía la huella honda de sus ojeras creando pequeñas bolsas grises bajo sus párpados. Las gafas descansaban sobre la mesa junto a dos tazas de café como otro elemento más de los que le estorbaban. Sabía que no me había percibido y que en el momento en que dijese cualquier cosa la sobresaltaría, me miraría irritada increpándome con poca educación. Pero también sabía que, en el instante en que mi cuerpo produjese el más mínimo ruido, sería expulsado de aquella posición privilegiada, de aquel mirador secreto a la magnitud de sus dominios. Desde allí, desde el quicio de la puerta, entre las sombras tercas de la tarde, contemplaba el mundo secreto que ella desplegaba concentrada en todos los detalles, menos en mí. 

2 comentarios:

DANI dijo...

Me ha encantado. Tanto que me lo he guardado para intentar ponerle imagen.

Pero lo que no se es lo que tardaré :))

Besazos

MâKtü[b] dijo...

Mi felpa es naranja con rayas verdes, regalo del mercadona... ¡horrible! Pero TAN cómoda ^^