vamos a contar mentiras
¿Hago repaso? ¿Me propongo cambios? ¿Apostamos algo? ¿Pronostico cómo acabará el año que empieza esta noche? ¿Sigo haciendo preguntas hasta que se me acabe todo lo que contar?
Hoy no hay versos pequeños. Hoy tengo demasiado que decir.
A veces piensas que tienes la vida resuelta, que todo irá bien, que ya sólo te queda acomodarte e ir construyendo un futuro más o menos agradable en el que estás dispuesto a aceptar todo tipo de renuncias. Supongo que los que estuvieron en el nacimiento de este blog conmigo saben de lo que hablo, entienden todas las señales que yo di y que no quise mirar.
Hoy he releído los últimos tres años de mi vida. A veces parece que fue ayer, a veces parece que no fue nunca.
Sueñas, proyectas, propones… Yo lo hacía a ciegas, porque tenía que engañarme para sobrevivir, no podía abrir los ojos a mi vida y descubrir simplemente que estaba vacía.
Afortunadamente cuando tú no eres capaz, el otro sí.
Algunas noches todavía me despierta el ruido de cristales. Puedo enseñaros una cicatriz poco heroica en el centro de mi pecho.
El 2009 ha sido una putada.
Simplemente.
Desnuda, a la intemperie, herida, desolada, aterrorizada. Comenzó más o menos así… después incluso empeoró un poco…
No había llegado la primavera cuando todo lo que había construido no servía para nada. Muchas veces había deseado eso de borrón y cuenta nueva, muchas veces había fantaseado con la posibilidad de perderlo todo, nunca había sido consciente de que junto a la inmensa libertad, viviría mi historia.
Nunca he perdido la memoria.
Abel señaló que pisaba buen suelo tras cierto poema. Era cierto. Las personas como yo no aprenden rápido, pero sí aman rápido.
La libertad, mi historia, la fe y el amor me vistieron de esperanza. Pero no de paciencia.
Me puse de pie, sobre el suelo, desde el pozo, en el desierto, en pleno martes, tras intentar ahogarme a mí misma, de pie. Miré el mundo y era hermoso, es hermoso.
Comencé a caminar sin saber muy bien hacia donde. Comencé también a refugiarme en los que siempre habían estado ahí, a pesar de todo, y en los que se prestaron a acogerme. Di amor, pero intenté no recibirlo.
Cuando estás rota por dentro, cualquier muestra de afecto es más dolorosa que la herida.
Amé, con todo mi lastre, con todo mi miedo, con valentía del que ya no tiene nada que perder. ¿Qué riesgo existía para mí que no tenía nada, que estaba desnuda, que sólo podía apostarme yo?
Lo habéis leído, me quisieron. A veces con palabras, a veces con acordes, incluso fui canción. Creí que por fin tenía el amor de los poetas o algo que se le parecía tanto que me hacía enloquecer de alegría, de pánico y de besos.
Miné mi pecho. Supongo que era de esperar. Me cambiaron la vida, todo estaba cambiando, estaba cambiando yo a pasos tan agigantados que de pronto no sabía dónde encontrarme. Me cansé de ser fuerte muchos días y lloré. Lloré con pena de mí misma, aunque no quede elegante.
Mentí, fingí, incluso a mí para no recordarme la completa soledad que me aferraba fuerte las manos.
No he sido buena chica conmigo muchos días.
Pero seguía caminando, no me he parado. Aprendí que el sufrimiento era optativo y acepté mi pena, abracé mi tristeza con serenidad, he dejado de hacerme la guerra, sólo me quema las fuerzas y me agota.
No me abandoné al dolor, creo que no sabría hacerlo, hay vida dentro de mí y sueños y Dios.
Me corté el pelo queriendo y el amor sin querer. Lo del pelo me salió mejor, lo otro regular, porque sigo amando.
Los versos pequeños vinieron porque me daba miedo enfrentar el dolor con párrafos. No son frases geniales, no son poesías, a veces son sólo gritos, a veces son susurros, últimamente son declaraciones de intención.
Estoy a medias. Estoy herida. Agradecida. Buscando la manera de ser feliz, porque no la encuentro en ningún sitio. Aceptando mi soledad sin fecha de caducidad. Amo desde lo que soy, porque no sabría dejar de hacerlo.
Si algo salva mi alma, son los verbos y esa capacidad idiota para seguir queriendo, a pesar de todo, a pesar de mí.
El 2009 ha sido una putada y el 2010 va a seguir siendo lo mismo. No es pesimismo, tengo pequeños milagros que me devuelven el pulso a diario. Pero entendedlo, cuando te rompen, cuando te vuelan, por mucho que quieras soñar, por mucho que quieras, no puedes seguir confiando en la belleza.