11/10/09


-Estuviste en las puertas de mi casa -me increpa y el dolor de su mirada me encoge el corazón-, estuviste en las puertas de mi casa, habías venido a buscarme.

-No... -susurro sin saber si digo toda la verdad. ¿Había ido a buscarlo? Pasar por delante de nuestra catedral era una señal por mi parte, y estaba claro que había sentido el miedo agarrarse a mis costillas cuando se apagaron todas las luces de la plaza y escuché el agua correr por las calles mientras miraba el tímpano del juicio. Pero no creí que él pensase que aquello significaba un sí después de tantos años.

-Te escuché... -insiste dando un paso hacia mí y alargando su mano a mi mejilla. Cierro los ojos-. Te escuché dudar...

2 comentarios:

MâKtü[b] dijo...

dudas...malas compañeras, pero buenas consejeras...

DANI dijo...

Si no dudas, nunca sabes si estás convencido, no crees??

Besos indudables