12/8/09


Madrugué para piedras en el estómago, como erizos amarillos en días de aniversario, entre paisajes de olivos como falsas promesas. Agosto se me clavó de cera y frío, le respondí en la boca, con la boca, con la risa de los niños, me removió las tripas con sus dedos largos como garzas y me ahogó en una siesta de pesadillas, de pérdidas repetitivas y nuevas. Volví desde el asfalto al mal recuerdo, contra noticias tristes, contra el silencio. Inmunidad, qué mal deseo.

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