1/6/09


Los pendientes de Cereza
(cuento inconcluso)


Triana tenía los ojos marrones poblados de mariposas que aleteaban nerviosas cuando quería algo. Y ese día lo que Triana quería era estar perfecta para su fiesta del colegio.

Llevaba toda la tarde dando vueltas de su habitación al salón probando complementos.

-¿Qué zapatos me pongo?-preguntó nerviosa luciendo sus zapatillas blancas de deporte.

-¡Esas! -premió Juan con cara de convencimiento.

Juan es el padre de Triana, pero además es un bromista por convencimiento, aunque esta vez no bromeaba. Juan pensaba que aquellas zapatillas eran lo más práctico para la fiesta del colegio.

Lo que Juan no sabía era que Triana no quería estar "práctica", sino preciosa. Rocío sí había contado con este detalle y había elegido para Triana una camiseta con dibujos malvas que se alegraban con su pelo castaño de cortina de sueños.

-No me gustan -se quejó Triana apretando los labios y recordándonos los zapatos.

Todos intentamos convencerla de que, llevase lo que llevase, iba a estar perfecta. Supongo que si su hermano Luis hubiese estado allí, se habría puesto de acuerdo con nosotros, pero como no estaba, era un apoyo menos para nuestro equipo pro-zapatillas.

Finalmente Triana se dejó convencer, pero lucía vencida atrapada en el sofá, con el ceño triste y las manos enredadas en un hilo.

-¿No te pones nada en el pelo? -le pregunté tratando de ganarme su sonrisa.

-Es que yo no sé hacer coletas... -confesó Juan y mamá no estaba en casa.

-Voy a hacerte un peinado de Julieta -le dije a Triana recordando mi infancia.

Le aparté el pelo de la cara con dos pinzas pequeñas y nos miramos pensativas. Allí faltaba algo, suponía. No había compensado todavía los zapatos.

A veces se me ocurren ideas estúpidas que pueden no funcionar, pero Triana sueña un poco a mi manera.

-¡Ven! -la animé guiándola a la cocina.

Triana me miraba con ojos curiosos y desconfiados. Abrí el frigorífico y busqué la fuente de barro.

-Vamos a ponernos pendientes -confesé tomando dos cerezas enlazadas del cuenco y le coroné las orejas de besos rojos-. Vas a ser la más guapa de la fiesta -murmuré buscando su complicidad en una risa mientras me ponía yo también zarcillos de cerezas.

3 comentarios:

Juan Susarte dijo...

Rocío no sabía que eras escritora de cuentos infantiles. Ella es una apasionada de esta literatura.
Nos has obligado a tatuar tu firma en nuestros corazones, nos has vencido, somos tuyos.
Qué maravilla de pendientes Cereza!!! Qué bonitas las dos y que orgulloso se siente uno aún sin parir de la que se deja embaucar por los sueños del pirata.
Oye, y lo de canalla me gusta!!!!

DANI dijo...

Me temo que esa mismita situación la voy a vivir yo en pocos años, y como me coja sólo en casa, las voy a pasar canutas, porque por mucho que me esfuerzo, no hay manera de que las coletas se hagan amigas mias. Se emperran en escabullirse de entre mis dedos.

Pero voluntad, te aseguro que no me falta.

Seguiremos probando.

Besos preciosos

Lograi el Luciérnago dijo...

Sabía que 13 años de pelo largo me ayudarían a ser mejor padre :p