24/7/07

inspiración antes de caer dormida recuperada a la orilla del mar con ciertas pérdidas


El calor era sofocante en los patios de la Alhambra. El sol calentaba cenital los edificios de ladrillos. Ella esperaba en la sombra pensándose seriamente si mojarse un poco en la fuente central. El agua la tentaba provocadora lanzando los chorros hacia lo alto.

Sentía su cuerpo pegajoso por el sudor. El vestido fino de verano se adhería a su vientre y los tirantes del empapado sujetador se le clavaban en los hombros. Hacía ya rato que se había desprendido del collar y el bolso descansaba en el suelo a su lado.

No había tardado en sujetarse el pelo para dejar la nuca descubierta, aún así sentía el cuello humedecerse con las gotas que le caían de la cabeza. Intentaba no moverse lo más mínimo, captar la más leve brisa amparada en el silencio del patio. Sentía que el aire pesaba. Ni si quiera las moscas se atrevían a acercarse, seguramente resguardadas en el fresco interior de los edificios, como los turistas.

Había quedado allí a las tres de la tarde y ya llevaba veinte minutos esperando. Se había prometido mentalmente marcharse pasados cinco minutos, pero dudaba de sí misma. Seguramente esperaría.

El sol hacía que sus ojos se cerrasen y el vacío en el estómago se sumaba a la incomodez del sudor. No podía dejar de soñar con la ducha con la que se premiaría al volver a casa, una ducha helada en la oscuridad del pequeño apartamento en el Albaicín. En realidad se trataba solamente del segundo piso de una vieja casona, pero lo había adaptado para dejar el taller en la planta baja. Era una construcción de muros anchos y ventanas pequeñas, con una gruesa puerta de madera. Tenía un patio interior lleno de macetas a imitación del de su madre, pero solían morírsele a menudo porque se olvidaba de regarlas.

Ahora le hubiese encantado poder llenar la regadera y volcársela por encima de la cabeza. Los chorros de agua comenzaron de nuevo a cruzarse sobre la fuente. No había nadie cerca, quizá podría acercarse, hundir las manos en el agua cristalina y humedecerse la nuca.

Esperó como un animal agazapado pendiente de su presa. No se escuchaba nada, sólo el agua, sólo... De pronto una sombra negra se movió a su derecha.

1 comentario:

Luar dijo...

Falso alarme; apenas um arbusto que se moveu ao som de uma ligeira brisa.
Com o calor cada vez mais intenso e a espera desesperante...toma uma decisão.
Olha em redor, o pátio continua deserto e as janelas fechadas. Despe delicadamente o ligeiro vestido e mergulha na frescura da água.
De repente sente o ruido descompassado de passos que se aproximam correndo.
É uma doce menina...que timidamente sorrindo, pergunta:
Posso fazer-te companhia?...