22/5/07


Delgada recuerdo
la línea del torso
de un pez amarillo
conteniéndome.

Los ojos pequeños
bajo la frente enorme
coronada de raices
corriendo a melena larga.

Acorralados, dos rizos
se escondían bajo el peso
en caída lenta
de un pelo alisado
a fuerza de secador.

La boca...
la boca no existió
hasta que llegaste.

Las manos, manchadas
de coral y tinta,
pintaban cuadernos
olvidando bailarinas.

Negros, amarillos, malvas
cardenales asediando
mis rodillas deformadas,
ecuador de las piernas
largas y delgadas
culmen de mi ridiculez.

Un junco, desquebrado,
a la orilla de un patio
lleno de chinas y sol,
en la sombra redonda.

Y como faros encendidos
las mejillas coloradas
siempre ardiendo
de correr por los caminos
jadeando en bicicleta.

Jirafa morena
saltando a la comba,
subida en el árbol
llorando canciones.

Flacucha sirena

con ojos de cloro.
Marcada princesa
con cuentos de sal
liados en las muñecas
con las que nunca jugaba.

Cuando miro las fotos y me veo, transparente,
no me saben a mí. No recuerdo reírme tan de seguido.

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